Un crucero a la Antártida pude ser un viaje que se convertirá en una afirmación de vida y será una de las experiencias más transformadoras que jamás hayas vivido, repleta de momentos en los que querrás un pellizco para saber que no estás soñando.

Aquí te digo por qué.

Es una tierra de extremos y superlativos, al ser el continente más frío, seco y ventoso de la Tierra con la elevación promedio más alta de todos los continentes. Todo en la Antártida es grande, alucinante y dramático. Contiende el 90 por ciento del hielo de todo el mundo y el 70 por ciento de agua dulce. Alrededor de 98 por ciento de su superficie está cubierta de hielo, con más de un kilómetro y medio de espesor. Por mucho, se trata del continente menos poblado con tan solo unos pocos miles de residentes dispersos en las diversas estaciones de investigación.

Al tratarse del continente más remoto e inhóspito, se sabe muy poco acerca de esta masa de tierra desolada y congelada. Casi dos siglos después de su descubrimiento en 1820, el continente blanco sigue siendo tan misterioso e incomprensible como el espacio exterior. En mi primer viaje me pude dar cuenta de que, en comparación con los grandes lugares de interés del mundo, ya sean naturales o hechos por el hombre, éste fácilmente puede avergonzarlos a todos.

Es un lugar de infinitas maravillas y de una belleza que trasciende la imaginación más salvaje. Del agua brotan impresionantes icebergs como si fueran maravillosos jardines de esculturas, sus blancos helados y sus azules translúcidos brillan en un mar de tinta. Golpeados por el viento y el agua, estos icebergs asumen formas fantásticas, a veces talladas con grietas, arcos y grutas donde el agua chapotea y gorgotea. Las capas glaciales en expansión cubren las paredes irregulares de roca volcánica, haciéndolas brillar bajo el sol resplandeciente en contraste con el cielo azul. Grandes catedrales de hielo alinean el horizonte, cuyas elaboradas torretas, ostentosas espirales y extravagantes torres convierten al paisaje en un espacio sagrado y reverencial. No puedes evitar sentirte humilde ante un paisaje tan impresionante a tu alrededor.

Es más remoto y aislado que cualquier otro lugar de la Tierra. No es solo un continente diferente; es un planeta diferente. El vasto paisaje congelado parece ser de otro mundo: austero, escaso y surrealista en su naturaleza blanca sobre fondo blanco. Al ser el continente menos tocado, tiene un aire tan limpio y tan libre de impurezas, que la luz resulta embriagadora. Al estar tan alejado de la civilización, el silencio y la quietud pueden resultar ensordecedores. En verdad, ningún otro lugar en el mundo es tan prístino y puro.

Sin embargo, también alberga una increíble intensidad de vida, una extravagancia de pingüinos, focas y ballenas. Es más, estos animales están tan poco acostumbrados a ver a los humanos, que simplemente no les temen. Puedes ver a miles de parejas de pingüinos cuidando su plumaje y posando con sus nidos. Puedes contemplar a las ballenas jorobadas, esas acróbatas fanfarronas de la profundidad, con sus explosiones saliendo del mar. Puedes escuchar los característicos chasquidos agudos de las orcas juguetonas y admirar las focas que toman el sol sobre el hielo infinito. Y a esta lista, puedes también agregar una variedad de charranes, petreles y albatros voladores.

Finalmente, es una aventura única en la vida como ninguna otra. Sólo 56,000 personas pueden visitarlo cada año, lo que le confiere una mística incomparable con ningún otro lugar de la Tierra. Te conviertes en parte de un club exclusivo que te permite vivir tus fantasías de exploración inspiradas en leyendas polares como Ernest Shackleton, Robert Scott y Roald Amundsen. A través de sus audaces hazañas, estos iconos arriesgaron sus vidas para forjar un camino hacia lo desconocido. Si bien los aventureros de hoy no se enfrentan a los mismos retos existenciales, un viaje a la Antártida puede parecer auténticamente pionero porque sigue siendo extremadamente raro. Y cuando estás en el agua, navegando en kayak entre icebergs incandescentes o cuando estás caminando por una ladera nevada, es fácil imaginar que estás descubriendo un mundo completamente nuevo.

Pero no todos los viajes de expedición a la Antártida son iguales. ¿Quieres saber cuál itinerario se adapta mejor a tu estilo de viaje?

 

 

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