Bienvenido a Camerún, nación de la África ecuatorial famosa por su selva y su multiculturalidad, donde una tribu en específico concentra el esplendor. Esta es tierra de aventuras donde exquisitas experiencias aguardan tu llegada para arrancarte mil asombros y millones de sonrisas.
Cae la tarde sobre Yaundé y hace que el cielo resplandezca entre tonos cálidos que van del tenue amarillo al rojo intenso. Estamos en la capital camerunesa y los aviones provenientes de Europa arriban al Aeropuerto Internacional Nsimalem. Es este el momento preciso donde la tierra de las travesías saluda a sus visitantes más intrépidos y ávidos por conocer sus rincones más bellos.
Pero la verdadera emoción dará inicio al día siguiente, luego de un descanso reparador. ¿El primer propósito? Conocer a los famosos pigmeos baka, el pueblo que ha hecho de la selva su hogar, su modo de vida y su religión. Son ellos quienes han preservado sus secretos de manera celosa y ahora, poco a poco, comienzan a compartirlos con el mundo a través de un viaje como este, que NUBA acerca a quienes desean experiencias diferentes a las que una agencia de viajes tradicional ofrece.
Y como hacedores de experiencias, nos hemos esmerado en acercarnos a esta tribu. Pero antes de hacer contacto con ellos, habrá que hacer un recorrido importante hacia el este del país, donde los caprichos selváticos se entretejen cuidadosamente para cobijar a una cultura que resulta fascinante.
De ruta hacia la tierra de los pigmeos baka, habrá que pasar por territorio bantú, otra etnia que se ha ganado el respeto de todo el país. Pero también se llega a villas coloniales, en las que hay que hacer tiempo para probar bocado antes de iniciar el sube y baja por los riachuelos, que fungen como antesala de la selva. Es justo al pasar estos cauces de agua, donde aguardan los anfitriones.
Son los pobladores más antiguos de todo Camerún y –como el primero en tiempo es el primero en derecho– se han ganado el favor de la naturaleza y han sabido incorporarla en cada una de sus actividades. Verlos cazar, crear sus propias pócimas medicinales con plantas locales, cantar con fervor y danzar con algarabía, serán algunas actividades que los legendarios pigmeos compartirán.
El recorrido debe continuar y para ello, hay que dar un paso atrás: regresar a Yaundé para recorrerla un poco más y conocer sobre la segunda ciudad más poblada después de Duala. Tras un día dentro de los límites yaundeses, será tiempo de cruzarlos para dirigirse hasta Edea, donde la promesa de un desayuno al filo del Sanaga –el río más extenso y caudaloso del país– es suficiente motivo para emprender el trayecto con el mejor humor.
Las blancas playas de Kribi y las cascadas del río Lobé también forman parte de la travesía. Son sitios poco frecuentados por el turismo internacional pero que bien valen la pena por su singular belleza, la cual podría muy pronto reconocerse como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Cenas a la luz de la luna y una excelente gastronomía con frutos de mar, harán las delicias de esta estancia que se acompaña con paseos por la playa y cálidos amaneceres. Por cierto, ya que hablamos de compañía, es importante dedicar un tiempo para conocer a otros importantísimos pobladores de la zona: los chimpancés, quienes han encontrado refugio y santuario en la Reserva de la Fauna de Duala – Edea.
Antes de concluir el viaje, se debe realizar una última parada en la capital. Esta vez para sumergirse en el barrio más chic y bohemio: el Bonapriso, que está repleto de arte y artesanías, los mejores souvenirs para llevar a casa. Y no hay que dejar escapar la ocasión de cenar en una terraza en el barrio de Bonanjo, para observar la magnificencia del paisaje que, debido a la penumbra, ofrece tímidos trazos del Monte Camerún, el símbolo de este territorio que se ha ganado a pulso un lugar entre los turistas por su cálida hospitalidad y por el poderoso puñado de atractivos, que solo podrían yacer en la África ecuatorial.
