Alojándonos en un exclusivo campamento, compuesto por seis futuristas y lujosas cápsulas polares, descubriremos el desierto helado más austral de nuestro planeta, mientras vivimos experiencias únicas, como disfrutar de una sauna con vistas al glaciar, alcanzar una de las colonias de pingüinos emperador más grandes del mundo o degustar un exclusivo cóctel preparado con hielo de 10 000 años de antigüedad.
Sobrevolar en avión privado el desierto blanco de la Antártida, hasta alcanzar el hogar de los más de 28 000 pingüinos emperador que habitan estas tierras, nos hará testigos de uno de los eventos de vida salvaje más grandes y menos vistos de nuestro planeta. Contaremos, además, con el privilegio de acceder a la colonia a principios de temporada, lo que nos permitirá ver a los adorables polluelos dar sus primeros pasos, alejándose por primera vez del calor protector de sus padres. ¡Bienvenidos a un verdadero espectáculo de vida!
Inmensos paisajes de naturaleza inalterada e inhóspita aguardan para ser descubiertos en la región más austral de la Tierra, con una colección de experiencias únicamente aptas para los más aventureros, como vivir un emocionante descenso desde la cima de un acantilado, a más de 100 metros de altura; esquiar rodeados de un paisaje blanco de mil matices; o poner a prueba nuestras habilidades sobre una fatbike, en un recorrido de 25 km, a lo largo del Polo Sur.
Como una carretera infinita y sin límites, el desierto helado de la Antártida se presenta ante nosotros, desafiándonos a descubrir hasta sus más remotos rincones. A bordo de exclusivos jeeps, especialmente preparados para el hielo, atravesaremos el continente blanco, siguiendo los pasos del explorador Roald Amundsen, el primero en llegar al Polo Sur. ¡Solo apto para los huéspedes más intrépidos!
Lujo y aventura se dan la mano en nuestro exclusivo campamento. Así, tras emprender una ruta hasta la cima de un escarpado pico, repondremos fuerzas en las alturas. Disfrutar de las increíbles vistas de 360º a la región más austral de la Tierra, y de un cóctel elaborado con cubitos glaciales de 10 000 años de antigüedad será el broche de oro para una experiencia única al alcance de muy pocos.